UN CUENTO COMO RECOMPENSA
Todos sabéis que algunas de vuestras compañeras han canjeado sus puntos conseguidos en clase a cambio de que yo creara un cuento en el que todos los niños y niñas del grupo fueran personajes de la historia. Ya lo hemos leído en clase, pero os prometí que lo colgaría en el blog para que pudierais leerlo cuando os apeteciera. Pues aquí lo tenéis. Espero que disfrutéis con él.
LA PATRULLA ECOACTIVA
-Riiiiiiiiiiiiiiiing
-Maestro,
¿este es el segundo toque?- preguntó Israel muy interesado.
-Efectivamente,
ya podemos salir. Que tengáis un estupendo fin de semana- respondió Juan Jesús.
Poco
a poco –unos más poco a poco que otros- salieron de clase, recorrieron el
pasillo y giraron en busca de la salida.
Estaban deseando cruzar aquella puerta
que daba paso a un fin de semana que, en principio, se presentaba tranquilo y
relajado, ideal para descansar. Pero Hugo, que iba acompañado por Curro, no
podía más. Necesitaba ir al baño.
-Un
momento Curro, quédate con mi maleta que tengo que ir al baño- dijo Hugo.
Curro
se quedó mirando la mochila pensando:
-Menos
mal que no es la mochila de Rafa, porque si fuera así ya me hubiera ido
corriendo, menuda mochila.
Mientras
Hugo se lavaba las manos, leyó aquel cartel pegado en la pared y que tantas
veces había leído. En el cartel se detallaban algunos consejos para ahorrar
agua. Salió y vio a Curro junto a Adriana, que había olvidado su sudadera en la
clase, y a Judith, que la había acompañado.
-Qué
pesadito está el colegio con el ahorro de agua, con el reciclaje, el cuidado de
los parques… -dijo Hugo como si estuviera pensando en voz alta.
Adriana,
algo alterada, le respondió:
-¿Pesadito?
Más pesaditos son los que ensucian, no respetan los árboles y malgastan el
agua.
Judith,
que estaba escuchando, intervino en la conversación:
-Adriana
tiene razón, solo tienes que observar un poco en la calle. Ah, por cierto,
mañana hay partido del Rivera, si os apetece allí estaré.
Los
cuatro salieron del colegio, se despidieron y cada uno emprendió el camino de
vuelta a casa. Hugo caminaba pensando en lo que le había dicho Adriana, pero
finalmente pensó que no era para tanto.
Al
día siguiente, Rafa, María, Yurema y Fernando se dirigían a ver el partido de
fútbol y en el trayecto se encontraron, jugando en el parque, a Nuria,
Cristian, Andrea, Jairo y también a Hugo.
-¿Os
venís a ver el partido?- preguntó María.
-¡Claro!
Es una buena idea – contestó Nuria.
-Pero
si yo no tengo ni un euro, no voy a poder comprar la entrada –añadió Andrea
algo decepcionada.
-No
te preocupes Andrea yo te lo presto. Me acabo de encontrar un billete de cinco
euros. Como comprenderás no tiene nombre, así que me lo he quedado yo. Si
quieres te puedo invitar incluso a pipas –dijo Rafa.
-Si
el billete es verde es mío, Rafa. Ja ja ja. Es broma chaval. Y volviendo al
tema de la entrada. ¡Eso no es problema!
¡Los niños entran gratis a ver los partidos! –dijo Yurema.
Entonces
Jairo hizo un gesto con su cara que indicaba que iba a decir algo muy interesante
e importante y exclamó:
-¡Pero
si el Rivera…! ¡El Rivera…! Bah… Iba a decir… Bah… Da igual. Que sí, que me uno
con vosotros.
-Ja
ja ja –rieron todos.
-Nos
tenías a todos intrigados, Jairo. Pensábamos que ibas a decir algo que
cambiaría nuestras vidas. Ja ja ja- añadió Fernando.
Así
que, después de esto, el grupo se fue andando hacia el campo de fútbol.
Entonces Cristian, que estaba muy atento a todo, dijo gritando:
-¡Hugooo
cuidadooo! ¡Vas a pisar una…!
-¡¡Mier….!!
–exclamó Hugo sin terminar la palabra-.
-Caca
de perro… -completó Cristian poniéndose
la mano en la frente y agachando la cabeza.
-¡Mi
madre dice que eso da buena suerte! –se escuchó a Nora desde lejos mientras se
acercaba con Teresa y Jimena.
-Te
va a tocar la lotería, Hugo –dijo Teresa.
-Jajaja.
Lo que le va a tocar es limpiarse el zapato si quiere estar con nosotros. ¡Esa
peste no hay quién la aguante! Jajaj – comentó Jimena entre risas.
Hugo
se limpió el zapato y desde entonces no paró de pensar en lo que le había
ocurrido y en lo que le había dicho Adriana al salir del colegio. Llegaron al
campo de fútbol y allí estaba la clase al completo.
Para
Hugo el partido pasó a segundo plano. Observaba todo lo que ocurría a su
alrededor: un hombre que comía pipas y tiraba las cascaras al suelo, una mujer
que terminó de comerse las patatas y arrojaba la bolsa al suelo cuando tenía
una papelera a menos de dos metros, un niño que pegaba el chicle debajo del
asiento… Aquello tenía que acabar.
-¡Bastaaa!
¡Esto no puede seguir así! -gritó Hugo.
-Me
has dado… Un susto… ¡De muerte…! -dijo Miguel casi sin poder hablar y con la
mano en el pecho a la altura del corazón.
-Pero… ¿Qué mosca te ha picado? –añadió Elena.
-Querrás
decir qué caca ha pisado… Ja ja ja –dijo Beatriz terminando con una carcajada.
-Estoy
hablando muy en serio. Tenemos que hacer algo. En el colegio se esfuerzan mucho
para que aprendamos a cuidar nuestro pueblo, nuestro planeta. Ahora entiendo el
porqué. Estamos ensuciando y acabando con los recursos naturales de nuestro
propio hogar, la Tierra. Hay que idear un plan para que la gente de nuestro
pueblo se involucre y sea responsable –expresó Hugo.
Álvaro
miró a su compañera con desconfianza y le dijo:
-Espero
que no sea una idea como aquella en la que estando en el cine para ver una
película de dibujos animados, propusiste que nos metiéramos en otra sala y
resultó ser una en la que echaban una peli de terror. Todavía me tiemblan las
piernas desde aquel día.
-
Anda ya, eso fue hace mucho tiempo. Ahora he crecido y hago propuestas muy
interesantes. Escuchad. Vamos a crear una patrulla de vigilancia para enseñar a
los habitantes de nuestro pueblo cómo ser responsables con nuestro entorno
–explicó Daniela.
-Buena
idea, pero necesitamos un nombre para que la gente nos identifique. ¿Qué os
parece Los Osos Amorosos…? No, mejor no…, ya existe y la gente pensará que
somos unos blandengues. ¿Quizás Los
Capitanes Planeta? No, muy poco original… -comentó Adrián intentando ayudar.
Entonces
Pepe, todavía con la sonrisa en la boca por los nombres tan divertidos que
había propuesto Adrián, aportó su idea:
-Le
podemos llamar la Patrulla Ecoactiva. ¿Lo pilláis…? “Patrulla” porque somos una
patrulla… “Eco” porque no hacemos daño al medio ambiente, al contrario, lo
cuidamos… Y “activa” porque somos
activos, estamos en acción... ¿Lo entendéis?
-Claro
que lo pillamos, Pepe. No nos hemos caído de un guindo –dijo Manuela mirando a Pepe
y al resto de compañeros. Y siguió añadiendo:
-Podemos
hacer una cosa. En el colegio, nos ganamos puntos por respetar las normas de
clase, es decir, por esforzarnos, por respetar a los demás, por trabajar sin
molestar… Y esos puntos los podemos canjear por recompensas.
Entonces
José Antonio, que estaba escuchando muy atento, añadió:
-Ya
sé por dónde vas. Nosotros haremos lo mismo, es decir, daremos puntos a
aquellas personas que respeten las normas medioambientales. Tendrán su puntito
aquellas personas que no derrochen el agua, recojan las cacas de sus perros,
tiren los papeles a la basura…
Todos
estaban entusiasmados con la idea. Estaban seguros de que funcionaría. Pero
faltaba algo. ¿Cuál sería la recompensa? ¿Qué les dirían a los vecinos? Airon
lo tenía claro:
-A
los vecinos les diremos que, dentro de tres meses, aquel que tenga más puntos
podrá canjearlos por una enorme recompensa.
¡Pero
no podemos mentirles! –exclamaron algunos.
-No
les mentiremos, tendrán la mayor recompensa que puedan tener –dijo Airon muy
seguro.
El
grupo de amigos se puso en marcha. Primero le contaron la idea a su maestro y así
en clase elaboraron unos carteles donde venían las normas medioambientales y se
explicaba en qué consistiría esta campaña.
Luego
pegaron los carteles por el pueblo en las zonas habilitadas para ello y
comenzaron con la vigilancia por turnos. Eran muchos en la Patrulla Ecoactiva y
muchos otros que, al enterarse de lo que hacían, decidieron unirse. De esta
forma los tiempos de vigilancia no eran demasiado largos y todos los
componentes tenían tiempo para jugar, hacer deberes, pasear…
Los
vecinos, a medida que iban recibiendo puntos, se iban animando y prácticamente
toda la población participaba en la campaña. Tal fue la repercusión del trabajo
que estaba haciendo la Patrulla Ecoactiva que incluso algunos periódicos
importantes se interesaron y escribieron algunas noticias de lo que estaba
ocurriendo en aquel pueblo.
Transcurridos
los tres meses, se convocó a todos los vecinos en la mayor plaza del pueblo. El
Ayuntamiento instaló un escenario y todo lo necesario para celebrar el acto. La
plaza estaba llena en el momento en el que debía comenzar la gala y la
televisión se había desplazado a la localidad parar retransmitir en directo el
evento. Entonces la directora del colegio tomó la palabra para desvelar lo que
todos estaban esperando:
-Queridos
vecinos y vecinas, en nombre de la Patrulla Ecoactiva es un honor para mí decir
que no hay un ganador –los vecinos se miraban unos a otros sorprendidos-. No
hay un ganador porque todos hemos ganado y entre todos habéis hecho posible
vuestra propia recompensa, la mayor recompensa que podíais tener. Un pueblo
limpio, que respeta su entorno, que usa el agua como el mayor tesoro en la
Tierra y que se ha dado cuenta de que si no cuida su hogar, su planeta, no
tendría dónde vivir. Por eso me gustaría daros las gracias a todos y todas y
especialmente a un grupo de amigos muy especial: la Patrulla Ecoactiva.
Toda
la plaza les aplaudía y jaleaba mientras ellos, los miembros de la Patrulla
Ecoactiva, se abrazaban haciendo una piña y alegrándose de comprender que las
metas, por muy difíciles y lejanas que se vean, pueden alcanzarse con el
esfuerzo de cada uno y el trabajo en equipo.
Desde
ese momento, en ese pueblo no fue necesario dar puntos a los vecinos para que
cuidaran su entorno y muchos otros pueblos de la región imitaron su propuesta.
Me hizo mucha gracia lo de la caca de perro que pisó Hugo.Soy Curro.
ResponderEliminarA toda mi familia nos a gustado la historia muy bonita y educativa un saludo de Airon
ResponderEliminarhola soy Judith, me a gustado mucho lo que dije yo.Te has hartado de escribir. Adios hasta mañana.
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